Lo blanco del ojo (esclerótica)
                                                           
  Es verdad, no tengo fiebre ni he tenido por largo tiempo, no padezco de ninguna enfermedad hepática; mi pulsación no ha provocado derrames. Desvelarse altera lo blanco del ojo y el alcohol también, tal vez el humo del cigarro hace que se torne un poco grisáceo.  El cansancio forma sobre la esclerótica pequeñas venas rojas. Lo blanco de mi ojo es realmente blanco. A través de mi mirada podrías ver: a un muerto caer del árbol, un par de lunas sin violetas, una calle donde prospera la selva, un boulevard infestado de luciérnagas y ratas o solamente podrías ver un puño dirigirse hacia tu rostro. Lo importante no es salir, estar bajo las lámparas; en el espectáculo y en la farándula destacan los changos en monociclos. Para crear no es necesario quemarse las manos, arrancarse una pierna, modificarse la cabeza.  Para crear tienes que hacerte un tatuaje terrible, robar una motocicleta y estrellarla en una barda alta y coronada con alambre de púas, ponerte un diente de oro, caminar por las calles con una caja de música y masticar la bailarina, detener el tráfico de nubes en octubre, enamorarse de los ojos color granizo. Aferrarse a las ideas y a las palabras es para los que no tienen alma, para los condenados. Lo blanco del ojo, lo verdaderamente blanco, es seña de una vida disciplinada, de una locura trasparente, de un corazón dinamitado.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Un poema del libro Menta.