Viajamos
Hay
otra forma de viajar en el tiempo, más difícil , impredecible: mirar fijamente
a los ojos, de preferencia un par de color café, mirar con profundidad, sin
parpadear, todo se difuminará de pronto y en menos de un segundo estará usted
frente a un mar del Cretácico, después con un golpe fuerte en el corazón,
conseguirá engañar a su sangre y todas las partículas de su cuerpo de nuevo lo
harán desplazarse para perderse otra vez en ese barco del tiempo, si pisa un
caracol en un día nublado y usted se encuentra afuera de una concurrida
estación del metro, en pocos instantes estará bajo un cielo estrellado en el más
profundo de los desiertos inexistentes. Las máquinas quedaron abolidas desde
hace dos parpadeos, acá todo es medida OJO, porque los antiguos sabios
encontraron un elipse en varios cielos que indicaba todas las rutas de los
posibles universos. Había una diosa que era la intensidad marina, párpados de
sal, anillos de sol en su cabeza, ella fundó la constante iluminación: agua en
todos los rincones del cosmos. Por lo tanto en ojos por venir, en miradas, se
encuentra el amor inmenso, en pestañas los frutos nuevos, los relámpagos son
lágrimas sobre un rostro azul.
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