Un texto tan oscuro como Batman








El tiempo está suspendido en la imagen de un instante, en toda su pureza. Dice Bachelard que, “en cuando se ama una imagen, ya no puede ser copia de un hecho”. Todo viene de la grandeza de imaginar.
Aquí se presenta el tiempo en sí mismo, lo estático frente a lo dinámico, lo primero representado en la torre de una Iglesia, lo segundo en los cuerpos, en las figuras y en la postura de los bailarines. El movimiento es símbolo de pensamiento: lo que se mueve, vive. Lo que se imagina es lo que es, directamente, símbolo, signo, materia. Lo que se escribe o se dice a menudo, se vacía de significados o cambia. Imaginar es estar más estrictamente ligado a la verdad. Los cinco bailarines forman un conjunto en equilibrio, luz y oscuridad mantienen una tensión en el lienzo, una fuerza que va directo a la mente, sacude pensamiento e ideas; como todo arte, ataca la estabilidad.  Batman es iconografía moderna de la profundidad del ser, pero del ser más oscuro. En Batman se resuelve la armonía, el triunfo sobre la adversidad y el que gana no siempre es en todo su ser claridad. La misma vida nos presenta, nos muestra este mismo fenómeno: nadie es enteramente malo (oscuro), nadie es completamente bueno (claro). El superhéroe en la línea del tiempo es la representación de que “todo vuelve”, figura contemporánea, imagen descifrable para varias generaciones.
Durante un movimiento en danza se rompe la línea del tiempo: he ahí la magia. En el lienzo, la espera (lo estático), es dolor.  Permanecer lastima, hiere. Moverse es salvarse, es encontrar la libertad. El color llena la vista, da sentido a la forma, da fondo, palabras, es absolutamente metafórico. No sucede algo concreto en la paleta, sobre un matiz y otro, sino que todo se vuelve un poema áspero, duro, difícil. Durante la coloración el tiempo avanza, el tiempo es el que dice, el que dicta la propia naturaleza de la pigmentación: a mayor exposición de luz y a mayor cantidad de agua, el color se diluye: el tiempo manda.
En la obra completa, terminada y expuesta ante los espectadores, dice la angustia de la espera, es la imagen entera de la incertidumbre. Como pieza de arte ha logrado su cometido: estrujar la mente y los sentidos y permanecer por sí misma en equilibrio, poderosa, única.


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